Publicado el marzo 12, 2016por micubaporsiempre
Por Randy Alonso Falcón / Cubadebate
La mentira tiene patas cortas, siempre se ha dicho; por mas que no pocas veces perdure por mucho tiempo.
Los gobiernos estadounidenses, sus aliados y los grandes medios de comunicación del capital transnacional, han sido una productiva fábrica de mentiras sobre Cuba. Pero, el aberrante negocio de los embustes está siendo golpeado con fuerza por los hechos.
El Departamento de Estado acaba de reconocer, esta semana, en un informe al Congreso de los Estados Unidos, que Cuba presenta la mejor situación en el Caribe en el enfrentamiento al tráfico, producción y consumo de drogas: “La presencia intensiva de la seguridad y los esfuerzos de prohibición han mantenido la oferta baja y evitado que los traficantes se establezcan”. El reporte también ponderaba que la nación caribeña dedique recursos significativos “a la prevención del tráfico y el consumo”.
Hace apenas una década, en el 2004 durante la administración Bush, un informe similar de Foggy Bottom al Capitolio, acusaba a Cuba de ser “facilitadora para el tráfico” de estupefacientes que van de América del Sur hacia Norteamérica y Europa. Todavía hay por ahí algún que otro libelo que se inventa historias de narcotráfico con participación de Cuba.
En febrero pasado, cuando se anunciaba el histórico encuentro del Papa Francisco y el Patriarca Kirill en la Habana, no pocos medios refirieron la elección de la sede por ser un territorio neutral para los dos líderes eclesiales, donde había presencia de católicos y ortodoxos y con un gobierno que mantenía relaciones tanto con el Vaticano como con la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Vale recordar que en la declaración que firmaron Francisco y Kirill reza: “Nuestro encuentro fraterno se llevó a cabo en Cuba, en la encrucijada entre el norte y el sur, el este y el oeste. Desde esta isla, un símbolo de esperanza del Nuevo Mundo y de los dramáticos acontecimientos de la historia del siglo XX…
Sin embargo, múltiples veces, desde 1999, el Departamento de Estado en su llamado Informe sobre Libertad Religiosa en el mundo, colocó a Cuba entre los países de mayor coerción contra la libertad religiosa junto a Afganistán, Birmania, China, Corea del Norte y Viet Nam. ¿? Una acusación que cosechó no pocos titulares de prensa.
Así han pasado por la trilladora del tiempo los infundios del estado terrorista, las armas biológicas, el tráfico de personas y muchas otras más.
La verdad es testaruda; y aunque la hundan entre el estiércol de la manipulación, siempre sale a flote por su fuerza. Así lo sentenció Martí en carta a Gonzalo de Quezada: “Contra la verdad, nada dura: ni contra la Naturaleza”
PD-Hoy se cumplen 20 años de la firma por Clinton de la Ley Helms-Burton; de lo más ignominioso en la historia de las relaciones EEUU- Cuba, junto a la Enmienda Platt. Su derogación y el fin del bloqueo serán imprescindibles para una normal relación entre los dos países.
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Enmienda Platt: un dogal contra la soberanía
A la alocución injerencista del militar norteño dieron respuesta los asambleístas mediante un documento redactado por Juan Gualberto Gómez en el que se puntualizaba que no es de la Constitución
Autor: Pedro Antonio García | internet@granma.cu
1 de marzo de 2016 22:03:25
Ya el 5 de noviembre de 1900, en la sesión solemne de apertura de la Asamblea Constituyente, convocada por las tropas yanquis de ocupación con el fin de dotar a la futura república cubana de una Carta Magna, el gobernador Leonard Wood dejó vislumbrar los intereses hegemónicos del vecino país al definir como una de las tareas del cónclave la de formular las relaciones que debían existir entre Cuba y los Estados Unidos.
Quedó bien claro en las palabras de Wood que a los constituyentes les dejaban el triste papel de opinar, sugerir o exponer sus criterios sobre esas relaciones, mientras Washington se arrogaba el derecho de adoptar las medidas del acuerdo final.
A la alocución injerencista del militar norteño dieron respuesta los asambleístas mediante un documento redactado por Juan Gualberto Gómez en el que se puntualizaba que no es de la Constitución, sino del Gobierno independiente elegido por el pueblo, la tarea de regular dichas relaciones.
Poco caso se le hizo en Washington al criterio de los constituyentes cubanos. El 25 de febrero el senador Orville Platt presentó una enmienda mediante la cual, entre otras cláusulas injerencistas, Estados Unidos se reservaba el derecho de intervenir en Cuba cuando lo estimara necesario. Aprobada en el
Senado y la Cámara de Representantes, el presidente Mc Kinley la sancionó como Ley el 2 de marzo; cinco días después, la Asamblea Constituyente recibía la comunicación oficial del Gobernador Militar de que la enmienda tenía que incluirse como apéndice en la Constitución cubana.
Ante esta situación, se produjeron espontáneas manifestaciones populares de protesta y dentro de la Constituyente se alzaron voces como la de Juan Gualberto Gómez, quien argumentó que el texto injerencista alteraba esencialmente el espíritu y la letra de la Resolución Conjunta y del Tratado de París, que se inspiraban en el hecho de que el pueblo de Cuba es, y de derecho debe ser, libre e independiente.
La Enmienda, exponía el patricio cubano, “tiende por los términos de sus cláusulas principales, a colocar a la Isla de Cuba bajo la jurisdicción, dominio y soberanía de los EE.UU.”. Al reservarse el coloso yanqui la facultad de decidir cuándo intervenir, seguía razonando, “solo vivirían los Gobiernos cubanos que cuenten con su apoyo y benevolencia; y lo más claro de esta situación sería que únicamente tendríamos gobiernos raquíticos y míseros (…), condenados a vivir más atentos a obtener el beneplácito de los poderes de la Unión (EE.UU.) que a servir y defender los intereses de Cuba”.
Las protestas populares fueron poco a poco amortiguadas por las declaraciones de ciertas personalidades de la época, algunas procedentes del campo mambí, que aconsejaban aceptar el apéndice constitucional como un mal menor para salvar a Cuba de la perpetuación de la ocupación militar yanqui. Sobre los constituyentes empezaron a ejercerse fuertes presiones de grupos económicos nacionales y extranjeros. A la vez, el derrotismo cundía entre algunos, que comenzaban su marcha hacia la capitulación. En la sesión del 12 de junio de 1901, de los 27 delegados presentes, 16 aceptaron incluir el texto injerencista en la Constitución.
Como apéndice constitucional, la Enmienda Platt podía ser revocado si se modificaba o derogaba la Carta Magna. Por eso, en su cláusula ocho, determinaba “que para mayor seguridad en lo futuro” se insertaran todas sus disposiciones en un Tratado Permanente entre Cuba y los Estados Unidos, el cual se suscribió el 22 de mayo de 1903.
Tal como también estipulaba la Enmienda, una vez que el régimen de Tomás Estrada Palma asumió el poder, fue apremiado a firmar un convenio de arrendamiento para bases navales y carboneras, mediante el cual cedía extensiones de tierra y agua “a los EE.UU. por el tiempo que lo necesitaren”. La base naval de Guantánamo devino desde entonces punto de partida para la injerencia norteamericana en nuestro país.
Como lo pronosticó Juan Gualberto Gómez, los gobiernos surgidos después de la independencia formal en 1902 estuvieron muy atentos a obtener el beneplácito de Washington. Incluso cuando la oposición intentaba rebelarse, acudían a consultar al embajador yanqui, quien en muchas administraciones devino formidable poder, mayor que el del presidente cubano. Y en los diccionarios políticos comenzó a acuñarse un nuevo concepto: “neocolonia”.
El último rezago de la Enmienda Platt
Cuba reclama desde 1959 la devolución del territorio nacional usurpado por la Base Naval de Guantánamo, totalmente obsoleta desde un punto de vista militar…
Pedro Antonio García Fernández
Pedro Antonio García Fernández
25/02/2016
EXCLUSIVO
El último rezago de la Enmienda Platt
La base naval de Guantánamo tiene una extensión de 117 kilómetros cuadrados: la mitad, tierra firme y una cuarta parte, pantanos.
Restablecimiento de Relaciones entre Cuba y Estados Unidos: El 17 de diciembre de 2014, luego de un diálogo entre los representantes de ambas naciones, Raúl Castro de Cuba y Barack Obama de Estados Unidos, anunciaron que comenzarán conversaciones para restablecer las relaciones diplomáticas que habían estado interrumpidas durante más de medio siglo. Este hecho sucedió el 20 de julio de 2015 aunque EU izó su bandera en la sede diplomática el 14 de agosto del propio año.
El 25 de febrero de 1901, cuatro días después de que la Asamblea Constituyente en La Habana aprobara el texto definitivo de la Carta Magna que debía regir en la futura república de Cuba, se iniciaron los debates en el Senado de los Estados Unidos sobre una enmienda presentada por el congresista Orville Platt.
Este proyecto de ley reglamentaba las relaciones que habrían de existir entre la nación norteamericana y la Isla, una vez obtenido esta última su independencia. El 27 de ese mismo mes los senadores imperiales aprobaron por simple mayoría la enmienda.
La Cámara de Representantes lo ratificó sin modificación alguna el primero de marzo. Ese mismo día, el presidente McKinley la sancionó como ley y sobre ella cursó instrucciones precisas al gobernador impuesto por las tropas estadounidenses de ocupación en Cuba, general Leonard Wood.
Veinticuatro horas después, Wood comunicó a la Asamblea Constituyente cubana que el texto de la Enmienda Platt tenía que ser incluido como apéndice de la Constitución de la Isla. Este documento refrendaba el derecho de Estados Unidos a intervenir en Cuba cuando lo estimara necesario.
Entre otros acápites controvertidos, la enmienda determinaba que “para poner en condiciones a los Estados Unidas de mantener la independencia de Cuba […], el Gobierno de Cuba venderá o arrendará a los Estados Unidos las tierras necesarias para carboneras o estaciones navales en ciertos puntos determinados”.
Juan Gualberto Gómez deviene en este momento figura cumbre de la nacionalidad cubana. Ya antes, en noviembre de1900, le había recordado al interventor que no es de la Constitución, sino del Gobierno de Cuba, una vez ella independiente, elegido por el pueblo, la tarea de regular las relaciones con el vecino norteño.
También alzó su voz Cisneros Betancourt, tanto contra la enmienda injerencista como, particularmente, contra el inciso que estipulaba lo de las bases navales. Con respecto a esto último, expresaría: “¡Qué astutos son y como se interesan por sus bienes propios!… Con esta condición cercenan el territorio cubano”.
Tras una lucha de meses, 16 constituyentes se declararon vencidos y votaron a favor de la inclusión del texto de la Enmienda a la Carta Magna; once mantuvieron su oposición (entre ellos Juan Gualberto y Cisneros), cuatro estuvieron ausentes de la votación.
Una vez alcanzada la independencia formal, el 20 de mayo de 1902, Washington presionó para la firma de los tratados que la Enmienda estipulaba como obligatorios. El 16 de febrero de 1903 en La Habana y el 23 del propio mes en la capital estadounidense, se suscribía el Tratado sobre bases navales y carboneras.
En un principio se determinó el arriendo de tierras en Guantánamo y Bahía Honda. Nueve años después Estados Unidos renunció a “sus derechos” sobre la bahía artemiseña pues le interesaba más ampliar el área de la base de Guantánamo, lo que por supuesto logró concretar.
Entonces al enclave injerencista le llamaban “estación naval”. En 1943 la denominaron “base naval de operaciones” y desde 1952, “base naval”, como hasta nuestros días. Su extensión es de 117 kilómetros cuadrados: la mitad, tierra firme y una cuarta parte, pantanos. La línea costera se extiende por unos 17 kilómetros
Nunca esa base naval ha servido para preservar la independencia cubana. Más bien resultó ser “un trampolín de agresiones”, como le califica el historiador René González Barrios.
Pocos días después de estallido de la protesta armada de los Independientes de Color (mayo de 1912) más de 3 000 marines desembarcaron en la Base. Desde allí marcharon a Daiquiri y El Cobre y se desplegaron a lo largo de la línea férrea guantanamera para proteger propiedades yanquis.
Cinco años más tarde, con la sublevación de los liberales, más conocida como “la guerrita de La Chambelona”, miles de marines y soldados usaron la Base como trampolín para dislocar tropas por Camagüey y Oriente. Todavía en 1918 quedaban 30 000 de ellos custodiando haciendas y empresas de ciudadanos norteños.
A la vez, en los años de la república neocolonial, la Base Naval devino antro de corrupción para muchachos y muchachas. Varias pandemias proliferaron en los poblados vecinos con motivo de su cercanía: juego, prostitución, drogadicción, contrabando de todo tipo, pedofilia.
Según los historiadores locales, 27 prostíbulos funcionaban en la zona, que albergaban más de medio millar de meretrices, sin contar las cuarterías clandestinas, casi siempre destinadas a prostitutas negras, porque ningún burdel podía incluirlas en su nómina, de acuerdo a una ley nunca escrita.
Tres médicos atendían la salud en esos establecimientos para que ellas “no enfermaran” a los efectivos acantonados en la base. En cambio, en Caimanera, el pueblo más cercano, no había médico establecido, sino uno que venía de otra localidad semanalmente a la Casa de Socorros.
En los años de Revolución, después de 1959, se construyeron solo en Caimanera un policínico integral, un materno infantil y 13 consultorios del médico de la familia.
Aunque en 1934 se derogó oficialmente la Enmienda Platt al convenir los gobiernos de Estados Unidos y Cuba la anulación del Tratado Permanente de 1903, que prácticamente calcaba los incisos de la enmienda injerencista, no se produjeron cambios con respecto al status de la Base Naval de Guantánamo.
Incluso fue tan servil el régimen de Batista-Mendieta que no se atrevieron entonces a sugerir una fecha límite de ocupación del territorio usurpado, aunque en la legislación internacional un tratado de ese tipo caduca obligatoriamente al siglo de ser suscrito.
Por el arriendo de la base, Estados Unidos pagó desde 1934 un poco más de 3 millones de USD anuales. Hoy pretenden sufragar unos 4 millones. Pero desde febrero de 1959, cuando Fidel asumió como primer ministro del Gobierno Revolucionario, se dejó de cobrar esa suma.
De esa fecha acá, Cuba reclama la devolución de ese territorio que en los últimos años, totalmente obsoleto desde un punto de vista militar, solamente ha servido para las provocaciones contra nuestro país, las cuales han costado las vidas de varios compatriotas guardafronteras.
En fecha más reciente, han utilizado esa parte del suelo cubano ilegalmente usurpado como campo de concentración para emigrados cubanos y haitianos ilegales y de prisioneros de sus guerras de agresión.
La devolución de ese territorio cubano constituye otro punto neurálgico en la normalización de las relaciones entre los dos países.
Para que nadie se ilusione


Para que nadie se llame a engaño y sueñe con esa normalización de relaciones, que según declaró el Presidente Obama, se logrará durante su reciente anuncio de su visita a Cuba el próximo mes de marzo, la aun secretaria adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Roberta Jacobson, lo dejó bien esclarecido durante su testimonio el 16.02.2016 ante el Comité de Asuntos de Exteriores de la Cámara de Representantes, un día después de haberlo realizado ante el subcomité para Asuntos del Hemisferio Occidental del Senado.
El fantasma de la Enmienda Platt ronda en Guantánamo
Igualmente, los altos mandos del Pentágono se han manifestado opuestos al cierre, basándose en el carácter estratégico de la base.