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#ULTIMANOTICIA: Se descubre la identidad del jefe de la banda en la UNPACU!!!!

Les traigo una bombazaaaaa que pondrá a temblar a mi Joseíto Hetero, a su falsa bandita de delincuentes encapuchados y dejará boquiabiertos a todos los que ya han podido ser testigos de tan ridícula aparición en las redes sociales !!!

Hace solo unos minutos me acaban de confirmar que la controversial banda de los 63, la cual fue entrevistada por Joseíto en un video, es un grupo falso, NO existe mis adorados lectores!!!!

Mis fuentes,todas muy profesionales, se dieron a la tarea de investigar quiénes son los chicos que se esconden detrás de esas feas capuchas…. y para sorpresa de todos, descubrieron que el jefecito se hace llamar Enmanuel Robert Claramut, un archiconocido bandido de la UNPACU en el reparto Altamira, diagnosticado con serios trastornos de conducta.

Enmanuel se hizo famoso en el 2015, cuando, en medio de la Cumbre de Panamá, salió a las calles santiagueras con un cartel en apoyo al fallecido terrorista cubano Luis Posada Carriles. Tenía entonces solo 14 años. Crucesss…. me erizo de tanto horror!!!!

A pesar de tal escándalo, Joseíto Hetero lo siguió manipulando, pese a sus serias limitaciones psicológicas. Cuánta puñalá trapera!!!!

Enamnuel estuvo preso por tentativa de asesinato,cosita que confesó en el video publicado. Asimismo, fue aceptado en el grupito que hoy anuncia una irónica lucha pacífica en este país. Todo un show farandulero mis queri-dos!!!! Según me cuentan, el nombre de la banda fue puesto por el propio chico, quien tiene tatuado en su pecho el número 63, significado que aún mis chicos desconocen. Crucessss…. todo un misterio en la Hight Society!!!

Y como ya no es noticia, lo más divertido de todo esto será ver sentaditos como la banda de los 63 hará equipo con Rosa María Payá y la empresa CubaDecide. Será un interesante contraste entre una manada de delincuentes y una chica que solo sabe de Gucci y Chanel.

Teo Pereira en Cuba

Pu-blí-ca-te!

A 17 años del intento de magnicidio contra Fidel en Panamá: La tragedia que no ocurrió

El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz denuncia, ante la opinión pública, el intento de atentado planificado por Luis Posada Carriles y sus secuaces en el Paraninfo de la Universidad de Panamá. Foto: Periódico Granma
El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz denuncia, ante la opinión pública, el intento de atentado planificado por Luis Posada Carriles y sus secuaces en el Paraninfo de la Universidad de Panamá. Foto: Periódico Granma

Panamá.— Al subir las escaleras que dan acceso a la parte frontal del Paraninfo de la principal universidad de esta ciudad siento un sobrecogimiento en el pecho, quizás por su singular simbolismo histórico. En este sitio, agentes contrarrevolucionarios encabezados por el asesino confeso Luis Posada Carriles, pretendieron realizar un magnicidio contra el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz el 18 de noviembre del año 2000.
Antes de entrar al auditorio, camino hacia la derecha y observo las múltiples edificaciones colindantes, y al frente, más alejado, el complejo hospitalario Doctor Arnulfo Arias Madrid.
Un profesor universitario, a quien le comento, afirma con seguridad: “Según la cantidad de explosivos que colocarían aquí, todo volaría en pedazos, incluyendo a las miles de personas reunidas para participar en el acto de solidaridad con Cuba”. Sencillamente horroroso.
Pero el Comandante en Jefe, recién llegado a territorio panameño, denunció ante el mundo que Franco Rodríguez Mena, quien se hospedaba en la habitación 310 del hotel Coral Suites, de Ciudad Panamá, era nada más y nada menos que el terrorista de origen cubano Posada Carriles, quien había planeado asesinarlo durante la X Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno.
El homicida lo había preparado todo con la sangre fría que lo caracteriza, la misma de cuando planeó el derribo de un avión de Cubana en pleno vuelo, en octubre de 1976, y que provocó la muerte de 73 personas; y organizó una serie de atentados con bombas en hoteles de La Habana a finales de los años 90 del siglo pasado, y uno de estos provocó la muerte del joven turista italiano Fabio Di Celmo.
La macabra idea era hacer volar el Paraninfo de la Universidad de Panamá, donde estarían presentes Fidel, más de mil espectadores y varios jefes de Estado. Para el asesinato masivo, Posada con taba con el apoyo de un grupo de colaboradores dentro del país y la asesoría de un equipo de terroristas de su misma estirpe, formado por Gaspar Jiménez  Escobedo, Pedro Crispín Remón y Guillermo Novo Sampol.
Materiales publicados en la prensa al respecto reseñan que la rápida actuación de las autoridades cubanas evitó el crimen. Sobre las 4:00 p.m., mientras el líder de la Revolución visitaba la Iglesia de San Pablo Apóstol, donde descansan los restos del general Omar Torrijos Herrera, un asistente le alcanzó una pequeña nota: “Ya cogieron a Posada”.
Aspiraciones esfumadas
Las altas probabilidades de que el líder cubano asistiera a la Cumbre en Panamá constituían una excelente oportunidad para la contrarrevolución, en abierta crisis desde la muerte de Jorge Mas Canosa, fundador de la Fundación Nacional Cubano Americana radicada en Miami.
En aquel entonces, el territorio panameño ofrecía condiciones propicias para el atentado: fronteras vulnerables, deficientes esquemas de seguridad interna y la penetración de los servicios de inteligencia norteamericanos en áreas estratégicas.

El sindicalista panameño Genaro López Rodríguez, quien ese día estaba sentado cerca de Fidel. Foto: Suntracs Panamá
El sindicalista panameño Genaro López Rodríguez, quien ese día estaba sentado cerca de Fidel. Foto: Suntracs Panamá

Durante los meses previos a la Cumbre, los contrarrevolucionarios visitaron Panamá para estudiar el terreno y organizar el apoyo interno. Está comprobado que entre agosto y septiembre del 2000 Posada Carriles y Gaspar Jiménez ingresaron a este país con los mismos pasaportes que usaron en noviembre. Pero las terribles aspiraciones se esfumaron.
La parte cubana entregó a la panameña un listado de los terroristas, sus alias y los tipos de pasaporte que podían utilizar para entrar a la nación istmeña. Aparecían en este los personajes que participaron en la planificación del atentado.
¿Juicio?
Con los cuatros asesinos detenidos, la investigación de las autoridades de Panamá corroboró la denuncia formulada por Cuba y encontró pruebas del atentado que se proponían llevar a cabo, con nueve kilos de C-4 y diagramas sobre el lugar donde pensaban detonar el artefacto explosivo.Paraninfo de la
Aunque hubo abundante evidencia, transcurrieron tres años para que los terroristas ocuparan el banquillo de los acusados. A mediados del 2003 se inició ¡por fin! el juicio. El Gobierno panameño, encabezado por la entonces presidenta Mireya Moscoso Rodríguez, pretendió convertir el proceso en una farsa que condenara simbólicamente a los terroristas y, que al mismo tiempo, los dejara en libertad.
Se les imputaban tres cargos, los cuales suponían una pena de entre 11 y 15 años de cárcel, cuando la máxima sentencia establecida por las leyes de ese país para el hecho planificado es de 20 años de prisión. El juez actuante fue cambiado en un momento por otro de plena confianza de la presidencia de la República, quien unió todos los cargos en uno y redujo la pena a siete años de prisión, y un año extra para Carriles y Gaspar Jiménez por falsificación de documentos.
La mafia anticubana de Miami no quedó conforme con la reducción de las sentencias, y presionó a Moscoso para que cumpliera el acuerdo inicial de liberar a Posada y su grupo. Pero la Presidenta enfrentaba en ese instante un serio problema: su mandato estaba cerca de finalizar y los terroristas cumplían condenas de siete y ocho años.
No obstante, el 26 de agosto del 2004, en un acto de indignidad que mereció el repudio internacional, Moscoso firmó el indulto y puso en libertad a los cuatro terroristas.
Muy cerca de Fidel
Genaro López Rodríguez, secretario general de la Confederación Nacional de Unidad Sindical Independiente, de Panamá, y quien fuera candidato a la presidencia en las más recientes elecciones, fue uno de los que acudió al Paraninfo el 16 de noviembre del 2000 y estuvo sentado muy cerca de Fidel.
“Fuimos a darle la bienvenida a Fidel en el aeropuerto de Tocumen. Después estuvimos en el Paraninfo. Las personas no cabían adentro. Tuvieron que poner pantallas gigantes en la zona exterior. Me senté próximo al estrado con la intención de poder saludar al Comandante, pero no se me presentó la oportunidad. Todos escuchamos atentamente su intervención. Si llegan a hacer el atentado como lo tenían planeado, ninguno de los que estuvimos allí viviríamos hoy”, afirma en declaraciones a Trabajadores.

#TodosMarchamos Mirando a los ojos de los terroristas que volaron el avión cubano

40 años del crimen en Barbados
Los terroristas de origen cu­bano Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, au­tores confesos del crimen, fueron protegidos por el gobierno de Es­tados Unidos
Autor: Alicia Herrera* | internet@granma.cu
15 de septiembre de 2016 22:09:00
Cuarenta años después de la voladura de un avión civil cu­bano cerca de las costas de Bar­bados, el 6 de octubre de 1976, donde perdieron la vida 73 personas inocentes, este ho­rrible acto terrorista aún permanece impune pe­se a las abrumadoras pruebas que existen y han sido presentadas, contra sus autores materiales e intelectuales y sus cómplices en los servicios de inteligencia de Estados Unidos.
El pueblo cubano, su Gobierno Revolucio­nario y en particular, los familiares de las víctimas del crimen de Barbados, no han descansado, en todos estos años, en su lucha por hacer justicia. El dolor fue transformándose en fuerza y coraje para plantar la verdad del caso, en todos los escenarios, no solo de la Isla sino de mu­chos países del mundo. Sin embargo, la esperada justicia nunca apareció.
Por el contrario, los terroristas de origen cu­bano Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, au­tores intelectuales confesos del abominable crimen, fueron protegidos por el gobierno de Es­tados Unidos, puestos a salvo de la justicia en su territorio, don­de recibieron todo el apoyo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que los adiestró desde la década de los años 60, para cometer todo tipo de atentados contra el pueblo cubano y su Revolución.
La voladura del avión de la línea aérea Cu­bana de Aviación, vuelo CU-455 que cubría la ruta Guyana-Trinidad y Tobago- Bar­bados-Ja­maica y finalmente La Habana, fue un hecho es­tremecedor, jamás había ocurrido uno igual en el hemisferio occidental. La maquinación para planificar el asesinato de personas inocentes con el amparo del Gobierno venezolano de entonces, presidido por Carlos Andrés Pérez, y la anuencia de la CIA, revela la verdadera esencia criminal de cuantos estuvieron involucrados en el crimen.
Tal vez las nuevas generaciones no conozcan completamente cómo se articulaba la maldad contra Cuba en aquellos años donde mu­rieron miles de cubanos, a consecuencia de los actos terroristas que alentaron y financiaron sucesivas administraciones norteamericanas para destruir a la Revolución Cu­bana.
Ahora cuando se cumplen 40 años del atentado contra el avión cubano en Barbados, tenemos el deber de rescatar la me­moria de aquellos hechos que no deben repetirse jamás.

NADA ES FICCIÓN
Recordaba que hace un par de años atrás, al concluir un conversatorio con un grupo de estudiantes de secundaria, se me acercó un muchacho de mirada vivaz y me preguntó con mucha curiosidad, si el spot de televisión en el que se oye la voz del copiloto del avión cubano antes de caer al mar, era una re­creación de ese dramático momento.
Yo me sorprendí y le pedí que me explicara por qué él pen­saba así, al tiempo que le explicaba que ese grito desgarrador (¡«Eso es peor, pégate al agua Felo, pégate al agua»!) era tan au­téntico que expresaba la gran humanidad de estos hombres que, hasta el último momento, trataron de impedir que el avión se desplomara.
El joven no tenía una idea clara sobre esta tragedia que enlutó a familias de Cuba, Guyana y de la República Popular de Co­rea. Creía que la imagen de la nave cayendo frente a las costas de Barbados era ficción. Como él, no se sabe cuántos aún ignoran o permanecen confundidos en relación con este triste episodio de la historia de las agresiones contra la Isla.
Es por esta y otras razones que estamos comprometidos a denunciar el crimen de Barbados, aprovechar estos momentos de recordación para transformarlos en tribuna y transmitir a los más jóvenes la verdad que es el camino más cierto para alcanzar la justicia.

MIRANDO A LOS OJOS DE LOS TERRORISTAS
Algunos de los lectores recordarán que yo fui la periodis­ta venezolana que denunció a los terroristas Orlando Bosch, Luis Posada Carriles, Hernán Ricardo y Freddy Lugo, por su participación directa en el atentado a la nave de Cubana de Aviación.
Solo por casualidades de la vida, yo visité en la prisión del Cuartel San Carlos de Caracas, a Freddy Lugo, un fotógrafo, com­pañero de trabajo de la Revista Páginas, que estaba preso por presunta participación en la voladura del avión cubano. No creía que él y el otro fotógrafo del diario El Mundo,
Hernán Ri­cardo, estuvieran implicados en un crimen tan horrible.
Mucho antes de que Lugo y Ricardo pusieran los explosivos en el avión de Cubana, ya eran parte de mi vida laboral, los co­nocía como muchachos trabajadores, un poco más a Freddy Lugo con quien salía frecuentemente a hacer reportajes para Páginas.
A través de Lugo surgieron las relaciones con los otros terroristas presos también en el cuartel San Carlos, mientras se de­sarrollaba en los tribunales el proceso que, durante mis visitas a esa prisión, descubrí que era completamente amañado con la venia del gobierno del presidente Pérez y después al concluir este su mandato, con el apoyo del presidente Luis Herrera Campins y su policía política (Disip) de la que Posada Carriles había sido comisario.
Freddy Lugo compartía celda con uno de las más connotados contrarrevolucionarios de origen cubano, Orlando Bosch, quien era una especie de héroe para él, a quien conminaba siempre a contarme sus historias de «luchador por la democracia en Cuba». Bosch disfrutaba, se frotaba las manos, y detallaba sus actos terroristas. De esta manera llegué a la conclusión de que si este hombre tenía este récord criminal y estaba preso, probablemente podía estar involucrado en el sabotaje del DC-8 de Cubana de Aviación.
Yo me sentía muy tensa cuando tenía al frente aquel hombre de mirada inquisitiva, detrás de unos gruesos espejuelos, que insistía en darme hasta los más mínimos detalles de cómo colocaba bombas en embajadas y consulados cubanos en el exterior, así como en oficinas de Cubana de Aviación y otras dedicadas al turismo con la Isla.
Fueron momentos muy fuertes, difíciles de manejar, con una carga de sorpresa y rabia, de miedo… porque de verdad, daba miedo, me temblaban las piernas, pero trataba de guardar la compostura casi sin emitir palabras: no hacía falta. Bosch se po­sesionaba del escenario, gesticulaba con sus manotas, a veces se levantaba del asiento y contaba con estridente voz sus fechorías, como si estuviera frente a un público cautivo.
Entonces tomé la decisión de hacer una investigación periodística sobre el caso del avión cubano con dos fuentes primarias, Bosch y Lugo.

ME LO DIJERON TODO
Por espacio de más de dos años visité a los terroristas en el Cuartel San Carlos. Allí conocí a la mujer de Bosch, la chilena Adriana Delgado, y a Nieves de Posada, esposa de Posada Ca­rri­les. Con ambas sostuve estrechas relaciones, siempre coincidíamos en las visitas y aportaban buenos datos para el trabajo periodístico que yo estaba preparando.
Las dos, imprudentes y habladoras, confirmaban todo cuan­to Bosch contaba de sus esfuerzos «por liberar a la Patria martirizada» junto con Posada Carriles. Nieves, una fuente indirecta pero muy valiosa, se vanagloriaba al resaltar que su marido había logrado prepararse en la CIA y era un experto en explo­sivos.
Esta mujer fue clave para conocer cómo Posada Carriles planificó con Orlando Bosch, el atentado al avión de Cubana, así como otras acciones criminales de los grupos contrarrevolucionarios cubanos, incluido el asesinato del excanciller chileno Orlando Letelier y su secretaria Ronni Moffit, en Washington, tres meses antes de la explosión en pleno vuelo del avión en Barbados.
Me lo dijeron todo. Lugo me contó paso a paso, cómo pusieron la bomba en el baño ubicado en la parte trasera del avión. Bosch en un arrebato de cólera dijo en mi presencia que había volado un avión cargado de comunistas. Posada, según documentos desclasificados del FBI anunció que «volaremos un avión cubano» y Ricardo con desfachatez gritó para que todos oyeran, en el patio de ejercicios del Cuartel San Carlos: «Pusi­mos la bomba, y qué?».

EL GRITO EN EL TÍTULO DEL LIBRO
De manera muy general he recordado episodios de aquel momento que cambió mi vida para siempre. Ya impuesta de que estos hombres eran los asesinos de 73 personas inocentes que viajaban en el vuelo CU-455 de Cubana, se planteó para mí una decisión determinante; o los denunciaba o me quedaba callada y me convertía automáticamente en su cómplice. Opté por la denuncia y tuve que hacerla fuera de mi país para proteger mi vida de los sicarios del gobierno socialcristiano de Luis Herrera Campins.
En septiembre de 1980, al conocer que un tribunal militar había absuelto a los cuatro terroristas por considerar que «fueron destruidas las pruebas» que servían de base a la acusación; convoqué a una conferencia de prensa, con medios nacionales y extranjeros en Ciudad de México y denuncié a los responsables del siniestro del avión: conté todo cuanto me dijeron acerca de su planificación y ejecución y la complicidad de los gobiernos de Carlos Andrés Pérez y Luis Herrera Campins.
Igualmente me referí a una serie de actos terroristas ejecutados en otros países por Bosch y Posada Carriles con saldo de muerte y destrucción y especialmente alerté a la comunidad internacional sobre la intención de estos criminales de continuar con estas acciones vandálicas contra Cuba y su pueblo.
Posteriormente, esta denuncia fue ampliada en el libro de mi autoría Pusimos la bomba… ¿y qué?, título tomado del grito de Her­nán Ricardo, autor material, junto con Freddy Lugo, de este abominable crimen.
Veinticinco años después de la publicación de mi investigación periodística, se lanzó una nueva edición ampliada del libro que incluía documentos desclasificados de la CIA y el FBI, sobre el sabotaje del avión cubano, que corroboraron que los hechos ocurrieron tal y como los denuncié, desmontando de esta ma­nera, la campaña mediática de la derecha que propagaba en sus medios que se trataba de una historia inventada para favorecer a la Revolución Cubana.

* Periodista venezolana y luchadora antiterrorista.Avion

Damaris Moya Portieles “Dime con quién andas y te diré quién eres”.

viernes, 1 de abril de 2016

Por: Samuel Alejandro
Damaris Moya Portieles residente en la ciudad Santa Clara, vive como inadaptada social, manifestándose en contra de la Revolución Cubana, es la cabecilla de un grupúsculo de delincuentes que se hacen llamar Coalición Central Opositora.
Esta señora es otro ejemplo de cómo ser opositor en Cuba es un negocio lucrativo, pues bajo el pretexto de realizar proyectos de ayuda humanitaria a necesitados se ha enriquecido con la apropiación del dinero que le envían desde el exterior. Ejemplo de esto es que Damaris viaja al extranjero tantas veces como se cambia de ropa.
En sus días como turistadisidente Moya Portieles se reúne con terroristas y demás elementos devenidos enemigos históricos del pueblo cubano y su Revolución. Podemos ver a través de fotos como se regodea con la compañía de Luis Posada Carriles y Santiago Álvarez Magriña terroristas confesos que tanto daño han causado al pueblo cubano, esto nos demuestra quien es en realidad Damaris Moya y de lo que puede ser capas bajo la tutela de estos dos enemigos de la nación cubana.
Que podrá representar Damaris para el pueblo cubano, que espernzas de bienestar pudiese albergar cualquier cubano digo en esta “disidente”, como dice el dicho “Dime con quién andas y te diré quién eres”.publicar damaris

Posada Carriles y otros terroristas reinauguran museo de la brigada que invadió a Cuba en operación de la CIA

Los invasores Luis Posada Carriles (izq.), Esteban Bovo y Félix Rodríguez, veteranos de la Brigada de Asalto 2506, durante la inauguración del Museo de la Brigada en Hialeah Gardens, Miami, el sábado. Foto: El Nuevo Herald
Un grupo de Veteranos de la Brigada 2506, organizada por la Agencia de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) para invadir a Cuba en 1961, reinauguraron este sábado un museo dedicado a este grupo mercenario en Hialeah, Miami, según El Nuevo Herald.
El diario registra que entre los “reinaguradores” estuvieron el terrorista Luis Posada Carriles, en silla de ruedas, uno de los participantes en esa operación de la CIA y autor de la voladura de un avión civil en pleno vuelo, en 1976, en el que murieron 73 personas, incluidas una niña y una embarazada. También se encontraba, Félix Rodríguez, quien participó en nombre de la Agencia en el asesinato de Ernesto Che Guevara, en Bolivia.
Posada Carriles y Félix Rodríguez, nacidos en la Isla, viven una tranquila jubilación en Miami, después de décadas de acciones terroristas contra el pueblo cubano.
Según el diario de Miami, más de 200 miembros de la Brigada de Asalto 2506 se congregaron el sábado en el nuevo museo de la brigada que aun se está acondicionando en una instalación donada en la municipalidad de Hialeah Gardens por el alcalde Yioset De La Cruz.
“Este ha sido realmente un sueño de muchos y se ha hecho realidad, y tiene el mayor crédito que todos nosotros, el alcalde esta ciudad, Yioset De La Cruz,” dijo el asesino del Che, quien funge como presidente de la Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos.
Rodríguez dijo que mudar el museo a Hialeah Gardens desde su ubicación actual no es una decisión popular, pero si necesaria debido a que la asociación no tiene suficientes recursos para mantener el lugar existente.
El nuevo museo tendrá equipos similares a los que los brigadistas usaron en la operación de 1961, aportados por las agencias federales estadounidenses, incluyendo un tanque M41 Walker Bulldog y un avión B26 similar a los que participaron en la invasión.posada-terroristas