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Evocan la limpia de bandidos en el Escambray.

 

Los  episodios más trascendentales vividos en una etapa de intensa lucha contra los enemigos internos y externos de la Revolución Cubana durante el enfrentamiento a las bandas de alzados en el lomerío del Escambray se evocó en la  Habana en un  encuentro con la historia realizado  por el  Ministerio del Interior (MININT).

Pedro Echeverry Vázquez, investigador titular del  Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado y coautor del libro Bandidismo. Derrota de la CIA en Cuba, y Alberto  Delgado Pino, hijo del mártir agente de la Seguridad del Estado asesinado por bandidos  contrarrevolucionarios  intercambiaron con cadetes insertados del MININT

Los  jóvenes    conocieron que el libro Bandidismo. Derrota de la CIA en Cuba, es el resultado de una rigurosa investigación histórica, a partir de fuentes documentales y testimoniales, sobre la labor realizada por los Órganos de la Seguridad del Estado durante el enfrentamiento de alzados en todo el  territorio nacional entre 1959 y 1965.

El  volumen de la Editorial Capitán San Luis  es una apasionante lectura para  recordar hechos históricos en defensa de la Revolución,  donde al cabo  de casi siete años de enconados enfrentamientos se alcanzó la  victoria al quedar eliminado el bandidismo.

Las operaciones encubiertas de la CIA al servicio del imperio y el apoyo a la sangrienta tiranía batistiana

 

Autor: Manuel Hevia Frasquieri * | internet@granma.cu
14 de noviembre de 2017
Al triunfo de la Revolución Cubana, el gobierno de Estados Unidos poseía una vasta experiencia en la ejecución de medidas de subversión política e ideológica y guerra económica, como instrumentos de su política exterior durante la década de los años 40 y 50 del pasado siglo. La subversión se había aplicado con anterioridad de forma conjunta por Gran Bretaña y Estados Unidos contra los países del eje nazi-fascista durante la II Guerra Mundial. Este último país emergería después como cabeza del sistema capitalista mundial y comenzó a aplicar estos instrumentos a escala planetaria, como parte de la denominada política de contención del comunismo que trajo consigo la llamada «Guerra Fría».

En la Directiva de Seguridad Nacional NSC 10/2 de junio de 1948, Estados Unidos denominó «operaciones encubiertas» a las acciones de propaganda negra, guerra económica, sabotajes y subversión contra estados hostiles, y apoyó a grupos de resistencia interna en «países amenazados del mundo libre». La mencionada directiva le brindó carácter permanente a un denominado «Grupo de Procedimientos Especiales» en la recién fundada Agencia Central de Inteligencia (CIA), que se convirtió en el órgano de operaciones encubiertas para ejecutar acciones clandestinas en otros países.

El respaldo a personas o grupos políticos afines a sus intereses la CIA lo denominó desde entones como «operaciones de acción política». Aquel órgano fue bautizado en agosto de 1952 como la «Dirección de Planes de la CIA». Su oficio principal: derribar gobiernos, como lo demostró poco después en 1954 con el derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz Guzmán, en Guatemala. Aquel golpe de Estado, devenido después en genocidio, fue el punto de partida de la espiral ascendente de crímenes y atropellos de la CIA hasta nuestros días.

En ese mismo año 1954, para anticiparse a una indagación del Congreso norteamericano sobre la magnitud de tales acciones encubiertas, el presidente Dwight Eisenhower promocionó un estudio conocido como «informe Doolittle», que reflejaba sin tapujos la verdadera naturaleza de la nueva política del imperio: Estados Unidos tenía que abandonar sus tradicionales conceptos de juego limpio frente a un implacable enemigo y «Aprender a subvertir, sabotear y destruir a nuestros enemigos por métodos más astutos, más sofisticados y más eficaces».

Las acciones de subversión política contra el movimiento revolucionario en Cuba se iniciaron mucho antes del primero de enero de 1959. Al producirse el golpe de Estado de Fulgencio Batista en 1952, Estados Unidos poseía la total hegemonía económica, ideológica, política y militar sobre el continente. Como parte de su «política de contención» sobre América Latina, basada en el supuesto peligro de una amenaza comunista, Estados Unidos reforzó su presencia en Cuba mediante la asistencia militar y el establecimiento de misiones dentro del Ejército, la Marina de Guerra y la Aviación de la tiranía. La CIA reforzaba su «centro local» en la embajada estadounidense en La Habana y ampliaba la capacidad de su labor de inteligencia, mediante su penetración secreta en estructuras gubernamentales, políticas, económicas y sociales del país. En contubernio con los órganos represivos batistianos, aplicaba modernos recursos técnicos secretos para labores de seguimiento, control telefónico y escucha microfónica contra ciudadanos cubanos o extranjeros que militaban en movimientos revolucionarios y progresistas.

Según el volumen III de la Historia Oficial de Operación de Bahía de Cochinos,[1] elaborado por historiadores de la CIA en los años 80, se reconoce abiertamente el desarrollo de estas operaciones subversivas. Este estudio expresaba que «a mediados de los años 50, la Estación de La Habana dirigía siete proyectos aprobados, la mayoría de los cuales iban dirigidos al Partido Comunista cubano, el PSP (Partido Socialista Popular)». La CIA financiaba agentes encubiertos, «sembrados» desde años atrás, en la sociedad civil de entonces. Muchos de estos espías enfrentaron la Revolución triunfante y fueron desenmascarados posteriormente por la seguridad cubana con posterioridad a enero de 1959

La CIA recomendó a la tiranía crear un aparato represivo contra el movimiento comunista, incluidos los líderes de organizaciones políticas, estudiantiles o sociales a los que consideraba como adversarios, surgiendo en 1955 el Buró para la Represión de Actividades Comunistas (BRAC). Fortaleció el asesoramiento del aparato policíaco-represivo de la dictadura, de conjunto con el Buró Federal de Investigaciones (FBI), sin excluir la estrecha colaboración con los cuerpos militares.

De acuerdo con documentos norteamericanos, la CIA aportó significativos fondos para sostener la labor subversiva de una organización anticomunista secreta denominada «Movimiento de Integración Democrática Americana» (MIDA), dirigida contra el movimiento revolucionario cubano. Existen evidencias documentales que demuestran que el MIDA reclutaba a sus miembros en diferentes sectores sociales y los utilizaba en labores represivas. En 1954 el carné de identificación del MIDA denominaba a sus miembros como «combatientes», los que juraban «defender la democracia y la libertad y luchar contra el comunismo».

El gobierno norteamericano y sus servicios de inteligencia y las misiones militares dentro del país nunca condenaron los crímenes y la represión desatada por esa dictadura. Los asesores yanquis se mantuvieron impasibles ante los asesinatos, la tortura, las desapariciones y las violaciones a los derechos humanos del pueblo cubano.

Después del desembarco del yate Granma en 1956, la CIA priorizó sus intereses informativos sobre la filiación política e ideológica de Fidel Castro, la actividad revolucionaria de emigrados cubanos en el extranjero y los vínculos con el PSP. Desde principios de los años 50, en los reportes de la CIA y la embajada norteamericana en La Habana era frecuente encontrar estas preguntas: ¿Quién es realmente Fidel Castro? ¿Quién lo controla? ¿Es o no comunista? ¿Tendría Castro fuerza suficiente para derrocar a Batista? ¿Son amistosos sus sentimientos hacia los Estados Unidos? En el fondo de estas interrogantes primaba ya la creciente preocupación yanqui por el peligro que un líder descollante como Fidel Castro podía representar para sus intereses económicos y políticos en Cuba y en el continente. En la medida que crecía el movimiento revolucionario en la sierra y el llano, aquella preocupación se convirtió en certidumbre y Estados Unidos intentó lo imposible para tratar de evitar el triunfo revolucionario.

En los últimos meses de 1958 la CIA desplegó un intenso trabajo de inteligencia y penetración dentro de Cuba para identificar y respaldar una posible «tercera fuerza» para oponerla al movimiento revolucionario. Con igual propósito la CIA trabajó de forma encubierta sobre los principales jefes del grupo guerrillero II Frente Nacional del Escambray para lograr su traición. No escatimó esfuerzos tampoco para apoyar posibles planes golpistas entre la cúpula militar batistiana y tratar de impedir la cercana victoria del Ejército Rebelde. Una reunión de alto nivel, presidida por el presidente Eisenhower celebrada a las 3 y 40 de la tarde del 31 de diciembre de 1958, la que es descrita por el historiador de la CIA Jack B. Pfeiffer, nos brinda el nivel de incertidumbre de aquel gobierno ante los sucesos que se estaban produciendo en Cuba. La posible acción de los Estados Unidos, incluyendo la intervención directa, estaba entre los asuntos que fueron discutidos. También se sugirió que los Estados Unidos asumieran la responsabilidad de nombrar los miembros de una junta militar que sustituyera a Batista, en lugar de permitir que Fidel Castro Ruz y sus seguidores asumieran el gobierno.

En aquella reunión, el Director de la CIA Allen Dulles defendió con vehemencia el criterio de que una victoria de Fidel Castro no estaba entre los mejores intereses para Estados Unidos. Más tarde, el propio presidente Eisenhower mencionaría en sus memorias las palabras utilizadas por Dulles: «Los comunistas y otros radicales extremistas parece que han penetrado el movimiento de Castro». «Si Castro asume el poder, ellos probablemente participarán en el gobierno». Una semana atrás, el 23 de diciembre de 1958, durante una reunión del Consejo de Seguridad Nacional, Dulles había expresado su frase antológica: «Es necesario evitar la victoria de Castro». Según el mencionado Pfeiffer, aquella percepción los condujo a «un programa encubierto para sacarlo del poder, a partir de 1960».

En los años sucesivos aquel programa de agresiones integraría gigantescas operaciones bien estructuradas, sufragadas por millonarios recursos y dirigidas en secreto al más alto nivel político, a través de las principales agencias de inteligencia, para derribar la Revolución. Desde entonces, la Revolución Cubana no ha tenido un enemigo más tenaz e implacable, pero ha sabido resistir y vencer.

*Investigador del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado

[1] David R. McLean: Western Hemisphere Division, 1946- 1965, vol. I, 191-192(DDO/HP 324, 2 Dec. 1973). Citado en Jack B. Pfeiffer: Official History of the Bay of Pigs Operation, vol. III, “Evolution of CIA´s Anti-Castro Policies”, 1959-January 1961, Central Intelligence Agency, Top Secret (desclasificado en el 2005).

EE.UU. anuncia nuevas restricciones a los viajes y comercio con Cuba

El gobierno estadounidense anunció hoy mayores restricciones para los norteamericanos interesados en hacer negocios con Cuba y viajar a la isla caribeña, en cumplimiento del memorando presidencial que revierte importantes aspectos del acercamiento entre ambos países

Autor: Prensa Latina | internet@granma.cu

8 de noviembre de 2017 17:11:04

Foto: Departamento del Tesoro

WASHINGTON.—El gobierno estadounidense anunció hoy mayores restricciones para los norteamericanos interesados en hacer negocios con Cuba y viajar a la isla caribeña, en cumplimiento del memorando presidencial que revierte importantes aspectos del acercamiento entre ambos países.

Los departamentos de Estado, Comercio y Tesoro dieron a conocer a adopción de «acciones coordinadas» para implementar el documento firmado por el presidente Donald Trump el 16 de junio pasado en Miami, Florida, las cuales incluyen vetar a los estadounidenses de hacer transacciones con más de 180 entidades de la nación caribeña.

Asimismo, obliga a que todos los viajes educativos no académicos «pueblo a pueblo» se lleven a cabo bajo los auspicios de una organización que esté sujeta a la jurisdicción de Estados Unidos.

De acuerdo con un comunicado, la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro y la Oficina de Industria y Seguridad del Departamento de Comercio anuncian enmiendas al Reglamento de Control de Activos Cubanos y las Regulaciones de Administración de Exportaciones.

Tales pasos, según el texto, implementan cambios al programa de sanciones a Cuba anunciado por el mandatario republicano en junio, cuando decidió borrar muchos de los pasos dados hacia la isla por su predecesor, Barack Obama (2009-2017).

Los cambios, que incluyen medidas complementarias del Departamento de Estado, entrarán en vigor a partir de mañana, cuando serán publicados en el Registro Federal.

Como parte de los mismos se publicó una lista de entidades y subentidades restringidas, que será publicada y actualizada periódicamente, la cual comprende empresas vinculadas con las Fuerzas Armadas Revolucionarias y los servicios de inteligencia y seguridad de la isla.

«Las personas sujetas a la jurisdicción de Estados Unidos ahora tendrán prohibido realizar ciertas transacciones financieras directas» con tales instituciones, entre ellas más de un centenar de hoteles, marinas y tiendas.

En términos de viajes, ya no serán autorizados las visitas educativas individuales no académicas, y quienes vayan la isla bajo el auspicio de una organización deberán estar acompañados por un representante de la misma, entre otras restricciones.

Las medidas, que llegan justo una semana después de que 191 de los 193 países de la ONU condenaran el bloqueo impuesto por Washington a la isla hace más de medio siglo, también enmienda la definición de «funcionarios prohibidos del Gobierno de Cuba para incluir ciertos individuos adicionales».

El anuncio de las restricciones ocurre, además, en momentos en los que numerosos sectores económicos, académicos y comerciales de Estados Unidos están interesados en ampliar los vínculos con la nación antillana, y cuando encuestas muestran que la mayoría de los norteamericanos favorecen el fin del cerco.

REACCIÓN INTERNACIONAL

El senador demócrata Patrick Leahy consideró como una reminiscencia de la Guerra Fría las nuevas restricciones anunciadas por el Gobierno estadounidense para los norteamericanos interesados en hacer negocios con Cuba y viajar al país caribeño.

Según el legislador por el estado de Vermont y promotor del acercamiento entre su nación y la isla antillana, las medidas son las que «se esperarían de un gobierno totalitario paranoico, no de una democracia como la nuestra».

La hipocresía de los ideólogos de la Casa Blanca es evidente, sostuvo Leahy en un comunicado, quien también usó los calificativos de onerosas y mezquinas para referirse a las disposiciones.

También manifestó que Cuba no representa la menor amenaza para Estados Unidos.

Estas nuevas regulaciones perjudicarán a los empresarios en ciernes y al pueblo cubano al desalentar a los estadounidenses de viajar allí, concluyó.

Por otra parte, Collin Laverty, presidente de Cuba Educational Travel, un grupo organizador de viajes a la mayor de las Antillas, expresó que las restricciones sirven para aplacar a una minoría que se desvanece en el sur de Florida, y perjudican a los trabajadores y las familias estadounidenses y cubanas.

El Consejo Nacional de Comercio Exterior (NFTC) de Estados Unidos consideró por su parte equivocadas las nuevas restricciones de la administración Trump.

De acuerdo con la organización fundada en 1914, que brinda servicios a cientos de empresas en actividades relacionadas con política comercial y fiscal, las limitaciones impuestas a las empresas estadounidenses para hacer negocios con el país caribeño son contraproducentes.

A través de un comunicado, el vicepresidente del NFTC, Jake Colvin, manifestó que restringir a las compañías de la participación en la Zona Especial de Desarrollo Mariel impide que los estadounidenses tomen parte en una actividad económica potencialmente beneficiosa para los trabajadores y el pueblo cubano.

La declaración también apuntó que solo permitir los llamados viajes «pueblo a pueblo» como parte de estancias auspiciadas por una organización limitará el contacto que los estadounidenses puedan tener con los cubanos en la isla.

Indicó que estas restricciones perjudicarán a los trabajadores por cuenta propia y los dueños de viviendas particulares que brindan servicios de alojamiento, quienes forman parte del sector privado que la administración de Donald Trump dice apoyar.

A decir del NFTC, las medidas dadas a conocer este miércoles, y que entrarán en vigor el jueves, serán confusas para los viajeros y requerirán recursos significativos del gobierno de Estados Unidos para su cumplimiento.

Meruelo, un personaje deleznable

Ciro Bianchi Ross • digital@juventudrebelde.cu
12 de Agosto del 2017 20:51:12 CDT

Era el 31 de diciembre de 1958, y, como otros batistianos connotados, Otto Meruelo Baldarraín acudió a la residencia presidencial de la Ciudad Militar de Columbia a fin de celebrar el Año Nuevo. Quizá la suerte lo ayudara y pudiera hacer un aparte con el dictador, escucharlo de cerca, chocar su copa con la suya. Pero el tiempo pasaba y el mayor general Fulgencio Batista, inmerso en los trajines secretos de la fuga, no aparecía. De cualquier manera, el ambiente no estaba para fiestas y Meruelo decidió volver a su casa.

—Vengo con un dolor de cabeza terrible. Me voy a mi habitación. No me moleste ni aunque me llame el Presidente de la República —dijo a la sirvienta en cuanto llegó a su domicilio de 3ra. esquina a 18, en Miramar.

Fue un error enorme. Un error del que no se cansó de arrepentirse durante los 53 años que mediaron entre aquella noche y su muerte, en Nueva York, el 23 de abril de 2011, a los 91 años de edad.

Se dice que desde Columbia alguien llamó para imponerlo de la fuga e invitarlo a sumarse a la comitiva, y Otto Meruelo, el perro ladrador de la TV cubana que durante años, desde su programa Por Cuba que salía al aire por CMQ, todos los mediodías después del Noticiero, «agotó el improperio, saqueó el epíteto y manchó la palabra» poblando de insultos y diatribas la conciencia oposicionista del pueblo de Cuba, no se enteró. La criada cumplió servilmente la orden de no molestarlo y el despreciable vocero de Batista supo de los acontecimientos cuando ya no podía engancharse ni en el último avión.

Su caso no fue el de José Suárez Núñez, director de la revista Gente, propiedad de Batista y enlace del dictador con los directores de medios que conformaban el Bloque Cubano de Prensa. En Santa Clara había constatado la difícil situación militar de la dictadura y pensaba conversar sobre eso con Batista en la fiesta de Año Nuevo, pero la esposa le dijo que la celebración se había suspendido. Le costó trabajo creerlo, pero terminó aceptándolo y se acostó a dormir. Una llamada de Columbia lo sacó de la cama. Hablaba uno de los ayudantes del dictador. Dijo que Batista había renunciado y que en los aviones listos para partir se habían reservado, por orden expresa del mandatario, dos asientos, uno para él y otro para Luis Manuel Martínez, periodista y líder de la juventud batistiana.

A esa hora a Suárez Núñez le pareció más factible buscar amparo en una embajada, pero ni la dominicana ni la argentina le abrieron las puertas. Volvió entonces a su casa, hizo que su mujer se vistiera con una blusa roja y una falda negra —los colores del Movimiento 26 de Julio— y ya en la calle de nuevo el matrimonio se sumó a una manifestación que dando vivas a la Revolución triunfante subía por la avenida 23. Con ella llegó la pareja hasta el restaurante El Carmelo. Allí un amigo accedió a llevarlos al aeropuerto militar. Le negó la posta el acceso, pero entraron al fin y lograron abordar el último avión que salía rumbo a la República Dominicana. Eran ya las diez de la mañana.

¿Llamaron en verdad a Otto Meruelo desde Columbia aquella noche o el cuento de la criada no pasa de eso, un cuento? Eso es lo que cree el escribidor pues no puede perderse de vista que el sujeto en cuestión no aparece en la relación de figuras que acompañarían al dictador en su fuga y que el propio Batista dictó a su secretario, el general Silito Tabernilla, y este escribió, avión por avión, en pequeñas hojitas color violeta.

Tan despreciable era Meruelo que hasta Batista se la dejó en la uña en el momento final.
Tembloroso y vencido

Un mes pasa escondido Meruelo luego de la fuga de Batista. Al fin lo detienen en la iglesia del Corpus Christi, en el Gran Bulevar del Country Club (calle 146). Lo conducen a lo que fuera la sede del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) del ejército batistiano. El juicio por la causa 351 de 1959 tiene lugar en la fortaleza de la Cabaña. El fiscal es el capitán Juan Nuiry.

Decía en aquellos días la sección En Cuba de la revista Bohemia:

«Frente al tribunal, con el rumor indignado del público a la espalda, está de pie, ahora tembloroso y vencido, el sujeto que tantas veces, a lo largo del martirologio revolucionario, fue la estampa televisiva del vejamen batistiano.

«Durante los años agónicos de la dictadura, esa figura endeble, de facciones fofas y expresión resentida, ha vertido veneno con gesto y palabra sobre la Cuba combatiente, que se esforzaba por conquistar sus libertades. No existe evidencia mayor contra ningún acusado de la justicia revolucionaria. No hay repugnancia popular más viva que la que circunda y aplasta moralmente a Otto Meruelo.

«Cumplió el deleznable papel de vocero televisivo de la dictadura, y actuó como agente policiaco represivo. Tenía los grados de capitán honorario, un automóvil de chapa oficial, participaba en interrogatorios a revolucionarios detenidos en los cuarteles y llegó incluso a usar su programa para delatar el paradero de opositores al régimen».

Pregunta el fiscal si el acusado perteneció en alguna forma a los cuerpos represivos del batistato.

—En ninguna forma —balbucea Meruelo.

—¿Nunca usó uniforme?

El acusado responde que nunca.

Pero sucede que hay una foto que demuestra lo contrario, y el acusador se lo dice. Meruelo se defiende.

—No dije que nunca me lo había puesto, sino que nunca lo había usado —ensaya sofísticamente el reo. «Explica» el hecho: se trataba de obtener un nombramiento honorario para lograr acceso a oficinas públicas. Vistiendo uniforme, se facilitaban las gestiones.

Nuiry le muestra la foto. El acusado la reconoce y aclara que el uniforme se lo prestó un oficial de la ayudantía del doctor Santiago Rey, ministro de Gobernación (Interior).

Vuelve el fiscal a la carga. Le dice que cuando iba de civil usaba la insignia de capitán con tres galones en la solapa. Inquiere el fiscal si lo hacía también para identificarse.

—Se trataba de un adorno —comenta Meruelo. Nuiry pregunta entonces si usaba armas. Responde que arma corta. Solo arma corta.

—Usted dice que solamente usaba arma corta, pero aquí hay una fotografía donde aparece usted, en compañía del coronel Río Chaviano y el coronel Pedro Barreras, interrogando a un soldado rebelde. Y se le ve portando arma larga. Por lo visto, también interrogaba usted, señor Meruelo.

—Yo auxiliaba, no interrogaba.

—Cuando los sucesos de la prisión del Castillo del Príncipe, desde su automóvil, el auto con chapa oficial 219, se ofreció apoyo al carro 35 de la Policía —asegura el fiscal.

El acusado palidece, mira en derredor como suplicante, y al cabo dice, con voz débil:

—No recuerdo eso.

—Pues se le probará oportunamente, porque está grabado. De su automóvil se dijo, entre otras cosas, que se ofrecía con su personal «para lo que fuera necesario».
Es un delator

—Mis comparecencias en la televisión y mis escritos —se justifica Otto Meruelo—, tenían siempre marcada tendencia político-electoral, porque el Gobierno se oponía al hecho insurreccional y trataba de abrir caminos y soluciones de paz. De ahí que saliera yo electo en las últimas elecciones, pues fui devoto siempre de que la solución cubana se buscara por el camino de la paz.

Precisa que desconocía las torturas y los crímenes de Esteban Ventura y otros sicarios. Que si llamó «muerde y huye» a los rebeldes fue para definir el método de la guerrilla de atacar y desaparecer. Que los partes de guerra llegaban a veces de puño y letra de Batista, que el dictador también lo engañó a él. A una pregunta del fiscal, responde que tiene 39 años de edad. Asevera Nuiry: Pues ya está usted muy viejo para dejarse engañar.

Dispone el tribunal que se pase la grabación del último programa televisivo de Otto Meruelo, el 31 de diciembre de 1958. Empieza la transmisión y los sentimientos de los que colman el teatro de la Cabaña se dividen; unos, ríen; otros, se indignan. Meruelo glorifica a Batista, a José Eleuterio Pedraza y a Pilar García. Llama vendepatria a los rebeldes que asestan en Las Villas los últimos golpes al batistato, y anuncia la muerte de Che Guevara. Recalca: «Hay muertos que están bien muertos».

—Nunca utilicé la televisión para atizar odios entre hermanos ni incitar al crimen, dice el acusado al tribunal, pero enseguida se desploma, sudoroso y agotado. Sabe que está perdido.

Sigue la prueba testifical. Aida Pelayo, en nombre de las Mujeres Martianas, lo acusa de ser el responsable directo de las muertes de Gerardo Abreu (Fontán) y Oscar Alvarado, entre otros revolucionarios.

Comparece Arnaldo Escalona. Lo buscaba Ventura, encontró refugio en la Asociación de Reportes, de la calle Zulueta, y «Otto Meruelo me dedicó una transmisión completa. Fue un acto de delación, pues él sabía dónde me ocultaba. Ventura no tuvo tiempo de cogerme, pues pude salir de Cuba, escondido en la bodega de un barco».

Llaman a declarar al exiliado español José Luis Galbe, profesor de la Universidad de Oriente. Tiempo atrás, Meruelo denunció a los 40 catedráticos de dicha casa de estudios, adujo que era una «cueva» de comunistas, y en particular acusó de «rojos» al declarante y al profesor Juan Chabás, lo que ocasionó su muerte en virtud de padecer del corazón. Meruelo, añadió Galbe, quiere hacer pasar el incidente como una polémica. Yo no tuve polémica alguna con ese señor. Lo que hizo fue delatarme. Es un delator, no un polemista. Incitaba al crimen y ha hecho más daño que muchos asesinos de los que tenía Batista a su lado… En aquella ocasión me presenté yo mismo al BRAC —Buró Represivo de Actividades Comunistas— y el teniente Castaño, su segundo jefe, me estuvo interrogando durante cuatro horas. Al final me dijo: «Yo no lo hubiera citado, pero no me quedaba más remedio, después de la denuncia formulada contra usted por Otto Meruelo…».

El Tribunal Revolucionario condenó a Otto Meruelo Baldarraín a 30 años de privación de libertad. Su esposa y sus hijas recibieron una pensión de la Seguridad Social, y él, en la cárcel, se dice, trabajó como maestro. Cumplió 20 años. Nada sabe el escribidor de su vida a partir de entonces fuera de Cuba.

(En respuesta a la solicitud del lector Nyls Gustavo Ponce).

Retoma la Iglesia Católica cubana su actuar contra la Revolución

Por Arthur González.

Con el paso a jubilación del cardenal Jaime Ortega Alamino, se percibe un retomar de la Iglesia Católica cubana a sus históricas posiciones en contra de la Revolución, algo que desde Miami los testaferros del dictador Fulgencio Batista pedían a gritos, con su frustrado sueño de 58 años, de reimplantar el sistema capitalista que tantas penurias dejó en el pueblo de la isla.

Ortega Alamino fue duramente acusado de complicidad con el gobierno y quienes lo hicieron olvidaron sus posiciones hostiles que dieron paso a varias pastorales pro yanquis, pues deseaban un enfrentamiento político que el Vaticano no aprobó, buscando una forma más hábil de actuar para alcanzar sus objetivos estratégicos.

Con la asunción del nuevo Arzobispo de La Habana, Juan de la Caridad García, hay cierto y cauteloso cambio en la línea seguida por su antecesor y muestra de ello fue el encuentro que sostuviera con algunas integrantes del grupúsculo “Damas” de Blanco, lo que fue interpretado como una señal de apoyo a la contrarrevolución asalariada de Estados Unidos.

El 16.07.2017 dos sacerdotes católicos, José Conrado Rodríguez Alegre y Castor Álvarez, acudieron a la vivienda de Berta Soler, donde oficiaron una misa ante una docena de contrarrevolucionarios, y la imagen publicada habla por sí sola de la calaña de los integrantes de los llamados “disidentes”.

De Conrado Rodríguez Alegre se conocen los antecedentes provocativos pagados por la mafia terrorista de Miami y sus frecuentes visitas a la capital de la mafia, lo que trajo como consecuencia que la jerarquía católica decidiera enviarlo a España por algunos años y después fuera trasladado de Santiago de Cuba para Cienfuegos para evitar males mayores, porque sus acciones transitan en la frontera del delito.

Orientado por esos que desean una confrontación de la Revolución con la Iglesia, José Conrado se entromete en los asuntos internos de la política del país, con actitudes provocativas como la mostrada en la propia misa, cuyo video se puede visionar en las redes sociales, en el cual estimula a los contrarrevolucionarios a seguir su enfrentamiento al gobierno, no decaer en sus propósitos, algo no acorde con la actitud de un religioso en una misa.

En demostración del desafío a las autoridades eclesiásticas y gubernamentales, ambos sacerdotes volvieron a reunirse el pasado sábado 5 de agosto con dirigentes contrarrevolucionarios, en la residencia del Antonio Enrique González-Rodiles, encontrándose presente Berta Soler, Ailer González, Ángel Moya, Claudio Fuentes y Raúl Borges, los que conforman el variopinto exponente de la mal trecha “oposición” cubana.

Esa reunión conspirativa forma parte del esfuerzo que hacen los yanquis por sacar del ostracismo y la inactividad a la contrarrevolución interna, la que pierde cada día más adeptos debido a su motivación por saltar a la emigración, después de acumular avales suficientes para clasificar a un visado como “refugiados políticos”, dentro del amplio y priorizado programa diseñado por el Departamento de Estados solo para Cuba.

Los propios participantes en dicha reunión divulgaron que el propósito era “intercambiar visiones sobre la situación actual y el papel que dentro de esta coyuntura deben jugar la Iglesia y la oposición en Cuba, la importancia del servicio en los temas sociales de la Iglesia católica cubana y del apoyo y solidaridad que necesita la oposición, llegando al acuerdo de ampliar y sostener de forma regular este tipo de intercambios”.

¿Qué buscan los dos sacerdotes con esa posición abiertamente violatoria de las normas de la Iglesia y de las leyes cubanas?

Evidente intentan convertirse en víctimas si fuera reprimidos, situación que serviría para amplificar las campañas anticubanas sufragadas por la Casa Blanca.

Esos conspiradores de 7ma categoría parecen olvidar que la Revolución jamás se dejó provocar por las múltiples acciones contrarrevolucionarias de algunos sacerdotes desde el mismo triunfo de 1959, a pesar de que usaron los templos para guarecer asesinos que intentaron secuestrar aviones civiles, guardar armas de fuego y reuniones totalmente conspirativas de decenas de agentes reclutados por la CIA.

Ante esos delitos, nunca fue cerrada un templo u orden religiosa, Cuba soportó que sacerdotes llevaran a cabo junto con la CIA, la despiadada e inhumana Operación Peter Pan, que separó de sus padres a 14 mil niños cubanos, enviados solos a Estados Unidos y recibidos por sacerdotes que los distribuyeron por orfanatos y casas de familias, donde muchos fueron abusados sexualmente.

En los últimos 20 años la relaciones Iglesia Católica- Estado cubano mejoraron notablemente, demostrado por la visita de tres Papas, algo único para Cuba a pesar de ser un país socialista, se construyó un nuevo seminario para la formación de sacerdotes, se repararon decenas de templos, se toleran varios centros de preparación docente, a pesar de que la educación es totalmente estatal, y muchos otros aspectos que hablan de una armonía positiva.

Si las presiones de Estados Unidos son tan fuertes que la iglesia acepta correr el riesgo de perder lo avanzado, se sabrá en los próximos meses.

Los que desean retomar la hostilidad contrarrevolucionaria de la Iglesia Católica, deberían conocer que esos llamados “opositores” no son respaldados por el pueblo, pues conoce perfectamente que trabajan siguiendo instrucciones del amo que les paga, carecen de ética, moral, prestigio y sin carisma alguno, y como aseguró el jefe de la misión diplomática estadounidense en La Habana:

“No vemos plataformas diseñadas para llegar a amplios sectores de la sociedad cubana, sino que más bien dirigen sus mayores esfuerzos a obtener recursos suficientes para solventar las necesidades del día a día de los principales organizadores y sus seguidores”.

Allá ellos con su condena, pero sería mucho más inteligente corregir la táctica para no perder lo avanzado en la estrategia.

No por gusto José Martí sentenció:

“La obra de amor ha hallado siempre muchos enemigos”

Este es un espacio de intercambio y reflexión, para demostrar la valía de un pueblo que se enfrenta al Imperio más poderoso del planeta con la seguridad absoluta en la Victoria porque le asiste la razón. Esas son las Razones de Cuba